viernes, 18 de enero de 2013

LA RELEVANCIA DE LOS PRIMEROS AÑOS DE VIDA DEL NIÑO

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La infancia temprana es aquella que comprende a los niños y niñas de 0 a 3 años, periodo en que se sientan las bases de todo el desarrollo posterior del individuo.
Este periodo es de crucial importancia, puesto que tiene lugar procesos neurofisiológicos que configuran las conexiones y las funciones del cerebro, las cuales definen en parte importante la naturaleza y la amplitud de las capacidades adultas. Se sabe que el cerebro es el órgano que controla las principales funciones de todos los mamíferos (metabolismo, reproducción, respiración, sistema cardiovascular, sistema inmunitario, emociones, comportamiento, respuesta a la tensión y a los peligros, aprendizaje y otras funciones), este cerebro se desarrolla en un 80% en los tres primeros años de vida y los en los siguientes dos años se desarrolla en un 10 por ciento más, es decir que hasta los 5 años, el cerebro humano se ha desarrollado en un 90%.
El cerebro está formado por miles de millones de neuronas y son los estímulos (la experiencia) a los que están expuestas esas neuronas en los períodos esenciales y sensoriales tempranos del desarrollo (inclusive en el útero) los que determinan muchas de las funciones del cerebro. Las experiencias que tenga el niño afectaran la formación de las conexiones (sinapsis) entre las neuronas para establecer vías del cerebro que rigen o controlan nuestras respuestas intelectuales, emocionales, psicológicas y físicas a los estímulos.
El desarrollo del cerebro es, en los tres primeros años de vida, es el eje central del desarrollo integral del niño, ya que es en este período cuando deben ocurrir los eventos más importantes de su maduración. El trato amoroso, la estimulación de sus capacidades lingüísticas, motoras e intelectuales y el juego son esenciales para que los niños tengan un potencial integro para ser excelentes estudiantes y ciudadanos, listos para seguir formando sus capacidades durante el resto de la vida. Los cuidados y atenciones que reciba el niño en esta etapa, es lo que le permitirá sobrevivir y estar físicamente sano.
Ventanas de oportunidad: Para alcanzar los más altos niveles de desarrollo cerebral a través de la interacción con el ambiente es crucial la oportunidad, es decir, el momento de la vida en que ésta ocurre: si bien el aprendizaje continúa a través de todo el ciclo de vida, hay tiempos específicos para que se realice en forma óptima.
Puesto que las diferentes regiones del cerebro maduran en distintos momentos, cada una de ellas es más sensible a distintas experiencias en diferentes edades y, por esta razón, durante estos períodos críticos, el cerebro es particularmente eficiente ante particulares tipos de aprendizaje y susceptible de ser alterado en su arquitectura, a esto se llama plasticidad cerebral.
Así, por ejemplo, al mes de vida hay intensa actividad en las áreas cortical y subcortical, las cuales controlan las funciones sensorial y motriz.
La actividad cortical se eleva entre el segundo y el tercer mes de vida, tiempo primordial para la estimulación visual y auditiva. Cerca del octavo mes, la corteza frontal muestra una actividad metabólica incrementada; esta área del cerebro regula las emociones y el pensamiento, y se encuentra en plena actividad al momento en que el niño avanza en la autorregulación y fortalece su apego con sus cuidadores primarios.
Estas ventanas de oportunidades, de acuerdo con las investigaciones, no se extienden más allá de los diez o doce años de edad.
Esto no quiere decir que pasado el tiempo primordial para cada zona del cerebro, su desarrollo esté vedado irreversiblemente. Más bien se quiere decir que luego de este momento, la oportunidad para trazar cierta clase de senderos neuronales disminuye sensiblemente, pues requiere mayor tiempo y estimulación para ser logrado.
En consecuencia, la plasticidad cerebral es especialmente alta durante la primera década de vida.
Pasado este período, si bien sigue siendo posible, tiende a ser menor, en la medida en que requiere mayor estímulo y tiempo.
Los aprendizajes del niño no solo se refieren a respuestas motoras o cognitivas, brindar un ambiente cálido y estimulante al niño tiene un gran impacto en su desarrollo emocional, lo protegerá del estrés, le brindará alegría y seguridad. Cuando un niño se siente amado y querido, su cerebro produce altos niveles de serotonina, lo cual aumenta el número de conexiones o sinapsis, cuando la hormona cortisol esta elevada durante situaciones estresantes, esta impide la transmisión de serotonina al cerebro y anula el aprendizaje.


Los primeros años de vida son cruciales. Los niños y niñas que reciben protección y cariño durante su primera infancia tienen más probabilidades de sobrevivir y crecer saludablemente, de padecer menos enfermedades y trastornos y de desarrollar al completo sus aptitudes cognitivas, lingüísticas, emocionales y sociales. Es también más probable que sean buenos estudiantes cuando comiencen la escuela, y como adolescentes tendrºán una mayor autoestima. Y más adelante en la vida, tendrán más posibilidades de convertirse en miembros creativos y productivos de la sociedad.
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UNICEF

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